que tampoco le hacía falta lo insignificante de la vida. las miradas olvidadas, y los besos comprados, las caricias que se hacían sin querer y la tristeza que le inundaba. tampoco lo quería evitar, pues todo era suyo, y servía para no olvidar su recuerdo, tenerlo algo más cercano y poder sentir su presencia. pero todo se podía mejorar, hacerlo mas visible y complejo, que valiese la pena luchar por ello. no que saliese sin más, por conveniencia y sin apenas ganas, como teniendo algo que cumplir, inventándose una obligación que en realidad, no existe. ella quería sentirle, sentirle de verdad, mirarle, hasta que los parpados se cerraran por no aguantar más; besarle, hasta que la boca se secara por la escasez de saliba y, aunque fuera, oirle, hasta que se quedase sorda y no poder escuchar más.