Tiembla, sus mejillas se enriojecen y su piel se electrifica. Nervios y muchos, su cuerpo tenso y rígido como las rocas. El corazon paralizado, como congelado. Y sus labios secos, como pidiendo que los humedezcan, que los besen. Las sensaciones han dejado de existir, y necesitan existir, al igual que el tiempo. No se sabe cuanto tardara, ni si quiera se sabe si llegara. pero se quiere y eso lo saben los dos.